Te quiero tocar el cuerpo y entrar,
Abrirte un beso desde la boca
Izar una única palabra en tus labios
una silaba discreta que me perdone cada vez
Si es que te despojo
Ensayo una herida acorralada en tu entrecejo
ser en ella como la mano triturada es en las tijeras
ser en ese cráter un ombligo obligado a desatarse sin que la raíz duela
una boca que desea la violencia de su lengua
Crear la herida y ser en ella hasta volverme trazo doloroso
eso es invocar el acto con la mirada
Demasiado respeto para hablar de deseo.
Pulverizar la rosa con los ojos es precisamente así
Tomar el deseo y colocarle un tutú
que baile
que baile como animal que quiere ser exorcizado
que baile, entonces, de puntillas sobre la lengua amenazante
que baile arrancándose la piel y las pupilas
que baile ciego de furia, de puntillas, exorcizándose
mareado de goce
bestializado
Pero el poema es una rama enloquecida
las palabras arrebatan una ira que es casi distinta a la mía
No hablo de deseo o sí
Hablo de amor o no lo sé
Sé que no hablo de mí misma sino del acto de ser yo en tu cuerpo
Demasiado calor en los dientes para nombrar el amor
Demasiado fuego en las palabras para decirte: ven
y que no se derrita mi boca