junio 06, 2005

saltitos salti saliva

En una acera pueden pasar muchas cosas. A diario, yo tengo que dar saltitos para no pisar la saliva de la gente que pasó antes. Eso ya es un viaje. No pisar los salivazos del projimo, ama los salivazos del projimo como los tuyos o como a ti mismo. Yo no lo practico. Esto será corto. Yo no amo los salivazos de la gente, pero tampoco los padezco, los salto, y punto. Eso no es discriminación ni xenofobia, es un actitud que asumo para muchas cosas, para casi todas, al final, irremediablemente, la mayoría de las cosas de éste mundo me son indiferentes, y sin embargo, los detalles siempre surgen, de cualquiera de esas figuras, sucesos, historias, que no me provocan nada, absolutamente nada.
Muchas veces me he sentido excesivamente loca, delirante, no puedo creer que me deje fluir tanto y sin cuestionarme siquiera, y hasta me he asustado, porque la patología me brota de repente, con una risa grandisíma que revienta como vómito, una carcajada en plena acera, sola, y cuando la gente voltea a mirarme, entonces no puedo parar de reir, coño, que bien que estoy aqui, pienso, y sigo caminando, y no se por qué, en una esquina de esas aceras, me detengo a ver a un hombre buscando comida en la basura, tomándose todos los sorbitos de las latas, uno a uno, hurgando tan tranquilito en su despensa, sacudiendo una bolsita de papitas adobadas, y entonces me dan ganas de llorar, de darle mi refresco, y no sé, no es pena, no es misericordia, es otra cosa menos complicada, es que me dan ganas de preguntarle hacía donde va después que se dé su jartura, que me lleve con él a dar par de vueltas a la manzana, y ni siquiera para que me cuente sus desgracias, no no, yo no quiero oirle hablar demasiado, que se sonría y que le falten los dientes, o que se sobe las manos sucias y hediondas en sus pantalones, que huela a mierda, y que se meta los dedos en el culo para rascarse, y luego dejarlo en otra esquina de otra acera, e irme por ahi, restegrándome los ojos por el rechín a diarrea del tipo.
Soy una contradicción total, y así lo respiro y lo vivo, y me da gusto que así sea, que yo me abra y me cierre y me pellizque cuando me salga de las uñas o por calor, o ganas de hacer espaggetti, por lo que sea, así que no tengo que explicarme tanto como de repente lo hago, como ahora, es sólo que la gente aún espera de mi, y a mi no me aturde ni me preocupa, ni me da risa, aunque a veces sí, ni me da con escribir sobre lo que me toca o no, aunque de repente sí, es sólo eso, que nadie me haga mucho caso, que pasan tantas cosas y al mismo tiempo, caballo arena purgante remolino antojo vientre servilleta colgador lámpara pastilla crema o y si o nada y no si si a veces aceras caras yo trueno los dedos y pasan y pasan y siguen y nada que pueda hacer ni quiera ni vaya ni hubiera podido querido o a veces.