mayo 09, 2006

Bernardo, el soldado

Se dio de alta porque no encontró ningún otro trabajo,
al mismo tiempo que Carlos, que había sido bañero,
que Ignacio, que venía de Sonora y parecía gringo
y que El Alacrán, que debía muchas muertes.
El Alacrán los inducía a fumar marihuana
y a echar pólvora en el tequila.
Cuando él lo hacía,
le daban deseos irrefrenables de golpear las paredes
con las manos de hierro, insensibles,
y el día siguiente las tenía llenas de heridas.
Carlos estaba siempre enfermo,
tenía las manos llenas de manchas rojizas
y despedía un olor intolerable de yodoformo.
Ignacio hablaba siempre de su tierra
y mostraba su certificado de instrucción primaria
en un papel cuidadosamente doblado
y los cuatro iban quedándose dormidos
a la puerta del capitán del cuartel.

Salvador Novo