mayo 09, 2006

Nocturno de la estatua

Soñar, soñar la noche, la calle, la escalera
y el grito de la estatua desdoblando la esquina.
Correr hacia la estatua y encontrar sólo el grito,
querer tocar el grito y sólo hallar el eco,
querer asir el eco y encontrar sólo el muro
y correr hacia el muro y tocar un espejo.
Hallar en el espejo la estatua asesinada,
sacarla de la sangre de su sombra,
vestirla en un cerrar de ojos,
acariciarla como a una hermana imprevista
y jugar con las fichas de sus dedos
y contar a su oreja cien veces cien cien veces
hasta oirla decir: "estoy muerta de miedo".

Xavier Villaurrutia

Bernardo, el soldado

Se dio de alta porque no encontró ningún otro trabajo,
al mismo tiempo que Carlos, que había sido bañero,
que Ignacio, que venía de Sonora y parecía gringo
y que El Alacrán, que debía muchas muertes.
El Alacrán los inducía a fumar marihuana
y a echar pólvora en el tequila.
Cuando él lo hacía,
le daban deseos irrefrenables de golpear las paredes
con las manos de hierro, insensibles,
y el día siguiente las tenía llenas de heridas.
Carlos estaba siempre enfermo,
tenía las manos llenas de manchas rojizas
y despedía un olor intolerable de yodoformo.
Ignacio hablaba siempre de su tierra
y mostraba su certificado de instrucción primaria
en un papel cuidadosamente doblado
y los cuatro iban quedándose dormidos
a la puerta del capitán del cuartel.

Salvador Novo

Aqui

Mis pasos en esta calle
Resuenan
En otra calle
Donde
Oigo mis pasos
Pasar en esta calle
Donde
Sólo es real la niebla

Octavio Paz

mayo 06, 2006

tormenta

tener veintiséis dientes
el lunar en el pulgar derecho
la cicatriz sobre la boca
los pies planos
los senos violentos, desiguales
seguir deformándome
todo para hacer la próxima tormenta
y soplar con mi boca el agujero que hace la lluvia sobre la tierra

la suerte de sacar de mi aliento todo lo sagrado
de sentar a Dios sobre mi lengua y envenenar todo lo que salta de mi boca

mayo 03, 2006

mi poema tiene bazo
un ojo
cejas parabrisas carreteras

se sienta en la acera con los dientes sucios
mirando los toldos amarrillos
toca todas las puertas
se lame las rodillas
se pinta la boca y tiembla
como aprendiendo a esperar
como yendo detrás de las palabras
pero nunca va detrás de las palabras
tampoco espera
porque ellas llegan como gatos
con un ópalo colgado en cada cola

no es mi poema
no viene de mi
no soy yo
no mueve las manos mientras escribo
no tiene manos
tampoco se parte el cuello a la mitad ni se mira en los espejos
ningún espejo lo puede ver porque se cree aparecido que va y viene
sacudiendo la escoba en la cocina
abriendo las ventanas
mostrando el ombligo
un hueco gigante por donde se escapa para que yo no lo escriba

mayo 02, 2006

La herida me grita
me arranca la lengua
y me mira
me dice una y otra vez
desármate
destrózate los ojos
cuélgalos en la cocina
o en el lavamanos
hasta que se te sequen

hoy la tengo tallada en la maleta
si comienzo a irme
ella se irá conmigo

la herida parte mi lengua en dos pedazos
la guarda en sus bolsillos
y me grita
dice lo que mi lengua dice

algo de no levantar las lágrimas del suelo

una aguja en la alfombra
que me cose las manos
allí están todos los poemas